Todos los objetos emiten energía infrarroja, conocida como señal calórica. Una cámara termográfica (también conocida como cámara por infrarrojos) detecta y mide la energía infrarroja de los objetos. La cámara convierte los datos infrarrojos en una imagen electrónica que muestra la temperatura aparente de la superficie del objeto medido.
Una cámara termográfica contiene un sistema óptico que enfoca la energía infrarroja en un detector especial (conjunto del sensor) que contiene miles de píxeles organizados en una cuadrícula.
Cada píxel del conjunto del sensor reacciona a la energía infrarroja concentrada en él y produce una señal electrónica. El procesador de la cámara toma la señal de cada píxel y utiliza un cálculo matemático para crear un mapa de color de la temperatura aparente del objeto. A cada valor de temperatura se le asigna un color diferente. La matriz de colores resultante se envía a la memoria y a la pantalla de la cámara como una imagen de la temperatura (imagen térmica) de ese objeto.
Muchas cámaras termográficas también incluyen una cámara de luz visible que captura automáticamente una imagen digital estándar cada vez que se activa el disparador. Con la unión de estas imágenes es más fácil relacionar las áreas problemáticas de la imagen por infrarrojos con el equipo o área que se está inspeccionando.
La tecnología IR-Fusion® (exclusiva de Fluke) combina una imagen de luz visible con una imagen térmica infrarroja y una alineación píxel por píxel. Se puede variar la intensidad de la luz visible de la imagen y de la imagen por infrarrojos para ver mejor el problema de la imagen por infrarrojos o buscarlo en la imagen de luz visible.
Más allá del potencial básico de las imágenes térmicas, hay cámaras termográficas con una amplia gama de características adicionales que automatizan funciones, permiten anotaciones de voz, mejoran la resolución, graban y transmiten vídeos de las imágenes, y ofrecen análisis y presentación de informes.